Hay que hacerse cargo: nuestra moneda real es el dólar y la transaccional es el peso
05-05-2023
Se sabe que un país con déficit fiscal, balanza comercial negativa, inflación alta y esquema laboral arcaico, no funciona. Se escuchan diferentes ideas sobre el lugar al que queremos ir, pero no necesariamente cómo se va conseguir esa meta.
Por un lado, el candidato a presidente Javier Milei habla de dolarización, una situación que no ha prosperado en los lugares en los que se puso en marcha, como por ejemplo Ecuador. Sin embargo, un modelo con una moneda “ajena” a la local, como el Euro, es exitoso. Claro que para alcanzarlo, antes hubo que hacer muchas reformas y, en el mientras tanto, los países convivieron con las dos monedas. Esta parece ser la alternativa natural en la Argentina. Es lo que venimos proclamando varios desde hace mucho tiempo: nuestra moneda real es el dólar, y la transaccional es el peso. Sólo permitiendo circular libremente el dólar tendremos una economía bimonetaria que permitirá más orden y la posibilidad de financiamiento, accediendo a las “otras reservas” que no son las del BCRA sino de las de los propios argentinos que ya viven dolarizados.
Quién no tiene financiamiento externo es el Gobierno, pero sí los privados para sus proyectos de inversión.
Sólo permitiendo circular libremente el dólar tendremos una economía bimonetaria que permitirá más orden y la posibilidad de financiamientoEn el PRO, parecería que la intención de algunos de sus economistas sería hacer la unificación cambiaria “en etapas”. La cuestión cambiaria no admite segundas chances: hay una sola oportunidad de hacer un cambio de rumbo drástico, en un esquema de cepo que nos ha llevado a la ruina máxima posible.
Entonces, la pregunta es cómo se hace. Una alternativa sería dividir los conceptos entre flujo y stock.
Respecto del stock, incluiría las deudas comerciales por importaciones, las remesas al exterior pendientes como utilidades, pagos a matrices, leliqs, etc. Todos estos conceptos, simplemente enunciativos, deberían tener un cronograma diferido en el tiempo para su regularización. En medio, puede haber fórmulas de compensación del tipo: “Si invertís, si financiás, te permito cancelación anticipada”; opciones impositivas, u otorgando facilidades a los que inviertan.
Luego están los flujos. Los mismos podrían ser liberados desde el primer día. El agro, la minería y la energía, entre otros, podrían generar un rápido ingreso de divisas, con el consiguiente incremento de reservas, en la medida que no se quiera volver a jugar con el dólar como “ancla” de la inflación y los precios. ¿Habría “overshooting” (sobre disparada del valor de dólar)? Muy probablemente, pero el mismo se graduaría como ya pasó antes.
La cuestión cambiaria no admite segundas chances: hay una sola oportunidad de hacer un cambio de rumbo drásticoEn esta alternativa, lo peor serán los primeros días, pero luego llegarían las buenas nuevas. De lo contrario, diferir los problemas sólo los incrementará, como se vio en los últimos cuatro años y tantas veces en el pasado.
No hay lugar para volver a los errores del pasado. Atrasar el dólar como ancla, hablar de tasas positivas respecto de la inflación. La tasa para el ahorrista debe ser positiva en términos de valor del dólar, el verdadero parámetro de ahorro en Argentina. Pero tiene que darse en niveles razonables, bien distinto de lo que fue el pésimo esquema del carry trade que nos dejó hundidos en decenas de miles de millones de dólares en intereses a cambio de nada.
Hay que evitar errores, como restringir los mercados cambiarios, demorar desregulaciones, no generar marcos para la Inversión y favorecer el ingreso de capitales “golondrina”.
No podemos escribir lo que vendrá, pero sí se puede estudiar y aprender de la que ya fue. Ese es el camino.