Las empresas recurren a una batería de estrategias para enfrentar la crisis
24-06-2019
Cercadas por una economía sumida en estanflación y sin visibilidad alguna, por la cuota de incertidumbre que le agregó el próximo recambio presidencial con un escenario que se planteó en principio binario, las empresas que pese a la crisis lograron mantener niveles de liquidez y de ganancias volcaron el dinero "ocioso" a reducir su deuda, mejorar su perfil financiero, defender su capital o mantener satisfecha a su base de accionistas, retribuyendo su aguante con mejores dividendos.
Tuvieron esa capacidad de protegerse porque, en la mayoría de los casos, destinaron allí el total o parte de los recursos que, en origen, tenían previstos para encarar distintos planes de expansión o inversión que, en la gran mayoría de los casos, quedaron congelados.
El diagnóstico surge de los movimientos que reportaron al mercado local de capitales en lo que va del año, un derrotero que muestra las distintas estrategias de preservación que fueron ejecutando. Y de los datos del sistema bancario, que muestran la mayor retracción en el financiamiento a empresas desde la implosión de la convertibilidad.
Una docena de empresas que cotizan en Bolsa, algo así como el 20% de las que marcan precio a diario, tuvieron vigentes programas de recompra de sus acciones para defender su valor ante un mercado que cayó casi 50% en dólares -subió magro 0,7% en pesos frente a una inflación del 47,6%- durante 2018 y las arrastró en su debacle.
Lo hicieron para "disminuir la brecha existente entre el valor de sus activos y su valor de mercado", según coincidieron en justificar en las comunicaciones enviadas y, en algunos casos, "hasta para evitar la posibilidad de compras hostiles que deriven en una posible pérdida del paquete de control, de la compañía", explicó a LA NACION el economista Manuel Oyhamburu, aprovechando la baratija.
"Las recompras tratan de estabilizar e impulsar el precio de las acciones porque de seguir bajando no solo se perjudican sus inversores minoristas, sino los propios accionistas mayoritarios, que a la pérdida patrimonial agregan el riesgo de que algún competidor esté adquiriendo de a poco grandes cantidades de acciones (y votos, que implican mayor participación política en la asamblea) de la sociedad a precio muy bajo", describe.
Estas empresas, entre las que se cuentan Banco Macro, Transportadora de Gas del Sur, Mirgor, Pampa Energía, Cresud, YPF, Comercial del Plata y Carlos Casado, entre otras, destinaron a ese objetivo casi $10.000 millones, fondos provenientes de sus utilidades o de las reservas de ganancias que habían sido constituidas, en principio, para encarar nuevos proyectos, es decir, que se iban a volcar a inversiones.
Otra estrategia de preservación fue la reducción de deudas (pasivos), para adecuarlas a la depreciación del valor de sus activos. En muchos casos, fueron realizadas por recompras de papeles de deuda emitidos pocos meses antes, cuando la economía había comenzado a "tirar" y la expectativa giraba en torno a sus posibles tasas de crecimiento.
Esas compras fueron dirigidas a obligaciones negociables (ON) o bonos emitidos principalmente en dólares, en el caso de las que tienen ingresos en esa moneda para evitar el salto que la brutal devaluación provocó en esos pasivos, o en pesos, para tratar de bajar amortizar el impacto de la escalada de las tasas, en el caso de los pactados a interés variable.
Aquí aparecen historias como en las del polifacético Grupo Newsan o la pujante semillera Don Mario, dos compañías con una historia en el mercado de capitales relativamente corta que buscaron de esa forma no solo protegerse frente a un escenario adverso, sino, además, no afectar su reputación deudora.
"Nosotros hicimos una recompra de deuda parcial y se podría decir 'a pedido'. A través de nuestro agente de mercado recibimos una oferta de un inversor y la aceptamos. Nos sirvió para bajar deuda y costo financiero en dólares y seguir construyendo una buena historia de mercado como nos interesa", confió Bernardo Bianco, gerente de finanzas de la compañía que había tomado US$20 millones del mercado local en agosto de 2017.
Newsan, por su parte, rescató US$775.000 ON clase IV y -más recientemente- 1,5 millones de la ON clase II, también accediendo a "pedidos de inversores que querían abandonar el riesgo argentino y ofrecían una recompra con descuento, es decir, bajo la par. Nos pareció una buena forma de defender el valor del papel y nuestra reputación de mercado. Y a la vez nos sirvió para adaptar nuestro pasivo general al volumen y las nuevas previsiones de negocios", explicó a LA NACION el CEO de la compañía, Luis Galli.
El grupo, que sigue teniendo el grueso de sus negocios en electrodomésticos, pero incursionó en los últimos años en otros rubros, como pesca, carnes, energías renovables y hasta movilidad urbana, precisamente redireccionó inversiones a los nuevos rubros, a la vez que redujo pasivos en pesos por 200 millones y en dólares por una cantidad similar.
Mayores premiosOtras empresas aprovecharonel congelamiento en el nivel de actividad y la baja en sus operaciones para enviar un mensaje de reconocimiento a sus accionistas, aumentando el giro de utilidades, lo que hizo que los pagos por este concepto alcanzaran niveles récord respecto de años anteriores. Hay casos, como los de Central Costanera, en que se pagaron dividendos equivalentes al 35% del valor de la acción. Pero aun quitando esos extremos, todas las demás que habitualmente mantienen una política activa al respecto (un rango en el que se encuentran Galicia, Supervielle, Macro, Havanna, TGN, Transener, Siderar, entre tantas otras) incrementaron este tipo de retribuciones en varios puntos o las duplicaron.
"Las empresas que todavía tienen deuda, en especial bancaria, es porque no tienen otra alternativa que tenerla o porque la pactaron en condiciones que no resultaron tan afectadas por la situación del mercado. Las que tuvieron un mango de más lo dedicaron a cancelar deuda porque no hay un escenario que les permita pensar en inversiones, a menos que cuenten con un nicho de negocios o sectores muy particulares beneficiados por condiciones externas o legislaciones especiales", describió el consultor financiero corporativo Miguel Arrigoni, director general de First Corporate Finance.
Quienes adoptaron estas estrategias defensivas no se equivocaron. Los últimos números del Indec, con cifras al primer trimestre del año, muestran que el consumo lleva ya 4 trimestres en baja y acumula la mayor caída interanual en 10 años, mientras la inversión no se recupera y se retrotrajo ya 24,6% con relación a un año. "Al lastre de altas tasas de interés reales y el escaso dinamismo de la actividad se agregó el clima de incertidumbre electoral, que ha provocado que los planes de inversión se posterguen hacia un futuro, predominando el efecto 'esperar y ver'. Por eso la inversión, al igual que sucede en el consumo, registra la mayor caída en 10 años", reseña el economista Guido Lorenzo, de la consultora LCG.
Cada firma con su recetaRecompra de acciones
Una docena de empresas que cotizan en Bolsa tuvieron vigentes programas de recompra de sus acciones para defender su valor ante un mercado que cayó casi 50% en dólares en 2018.
Reducción de deuda
Otra estrategia de preservación fue la reducción de deudas (pasivos), para adecuarlas a la depreciación del valor de sus activos. Las compras fueron dirigidas a obligaciones negociables (ON) o bonos emitidos principalmente en dólares.
Reparto de utilidades
Algunas compañías aprovecharon el congelamiento en el nivel de actividad y la baja en sus operaciones para enviar un mensaje de reconocimiento a sus accionistas, aumentando el giro de utilidades, lo que hizo que los pagos por este concepto alcanzaran niveles récord.