En fuga: ¿se están yendo del país todos los emprendedores?
01-06-2021
Matias Botbol fundó una empresa de hosting en 2003 con su hermano Hernán y un tercer socio, Alberto Nakayama. A fines de 2006, el trío compró por US$ 5000 una incipiente plataforma que publicaba todo tipo de contenidos llamada Taringa! Este diseñador gráfico de Haedo, hijo de padres médicos, recorrió junto a sus socios un largo y sacrificado camino con el que llevaron a la red social a convertirse en uno de los sitios favoritos en América latina. Finalmente, en 2019 y luego de un derrotero que incluyó años de luchas por juicios por la propiedad intelectual que sentaron jurisprudencia en la Argentina, los emprendedores la vendieron a la firma de blockchain IOVLabs.
Botbol siguió trabajando para la firma, pero luego de la venta decidió instalarse en los Estados Unidos. "Me vine por lo mismo que se están yendo todos. Soy emprendedor desde 2003, y fui sintiendo que las cosas eran cada vez más difíciles. Si bien la Argentina te da un montón, llega un momento que ves un techo y se complica seguir adelante", cuenta a Apertura desde Austin, Texas, donde está asentado junto a su familia.
Sí, emprender en la Argentina siempre fue difícil. Las crisis se vuelven capítulos repetidos en los libros de historia, y los cambios de reglas de juego son moneda corriente. De hecho, ninguna palabra define mejor al empresario argentino que "resiliente". Pero básicamente hubo tres factores que combinados hicieron que se colmara la paciencia de Botbol y de un grupo creciente de emprendedores: prejuicios sociales, inestabilidad económica y política, y trabas legislativas.
"Primero, en la Argentina sentís que cuando usás la palabra empresario automáticamente estás hablando de un ´garca´. Y por más que trates de ser el mejor empleador siempre tenés que llevar esa etiqueta. Eso es desgastante, frustrante y hace que muchas veces te sientas solo. Luego, está ese prejuicio de la AFIP contra cualquiera que tenga un negocio. Todo el tiempo tenés que estar demostrando que no estás haciendo nada malo. Y, por último, desde la regulación, estás en desventaja a la hora de contratar gente. Tener un empleado termina siendo una amenaza. Y llega un momento en que decís ´¿para qué?´", remata.
Desaliento emprendedor
En redes, voces a un lado y al otro de la grieta se enfrentaron con fotos desde Ezeiza. El caso de Botbol, lamentablemente, no es el único. A ese combo antialiento emprendedor (a pesar del cual las startups se la rebuscaban y seguían apareciendo) se sumó un año duro de pandemia y un halo de incertidumbre extra cubrió al ecosistema. Nombres de grandes empresarios aparecieron en los medios con sus nuevas residencias en el exterior, y las noticias de empresas extranjeras yéndose del país (26 desde agosto de 2019, según la consultora First Capital Group) avivaron el fuego. En redes, voces a un lado y al otro de la grieta se enfrentaron con fotos desde Ezeiza.
Muchos datos independientes les dan la razón. Según el informe "Los argentinos, el futuro y la actualidad", de la consultora Taquion Research & Strategy, el 51,2 por ciento de los argentinos no emprendería hoy, incluso si tuvieran cómo financiarse. Para el 37,3 por ciento de ellos, la razón es simple: "El país no me hace sentir seguro".
La pandemia dejó muchas persianas bajas. De acuerdo con un estudio de la Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA), más de un cuarto de los emprendimientos (27 por ciento) afectados de manera negativa tuvo que cerrar de manera definitiva. Entre los motivos principales se encuentran las disposiciones gubernamentales (34 por ciento), la falta de clientes (34), desafíos financieros (11) y los relacionados con el pago del alquiler del local (9 por ciento).
El nicho de los emprendedores como Botbol (digitales en su mayoría y de alto potencial) vive su propia realidad que, por la naturaleza de sus negocios, les hacen pensar con facilidad en tener operaciones desde cualquier lugar del mundo. Eso, tal vez, hace que aumenten las consultas entre conocidos que ven con buenos ojos la idea de instalarse en otras latitudes, los Estados Unidos y Europa, principalmente.
"Desilusión" es la palabra que usan desde el sector. Y algo así siente Santiago Siri, emprendedor del mundo cripto que en 2012 fundó el Partido de la Red, primer partido político digital en presentarse a elecciones en la Argentina, y fue socio de Bitex.la. En 2015, comenzó su viaje como expatriado primero en San Francisco, cuando consiguió una beca de la gigante aceleradora Y Combinator que aportó US$ 100.000 para la creación de Democracy Earth Foundation, que usa blockchain para devolver la soberanía a los ciudadanos en la toma de decisiones políticas. Después de un paso también por Nueva York, finalmente se instaló en Madrid buscando una mejor calidad de vida en una cultura más cercana a la argentina. "A nivel personal me fui enojado con la Argentina porque venía de transitar su política. Después volví y me di cuenta de que tenemos la mejor gente del mundo, pero lamentablemente construir una empresa seria es imposible. A la Argentina la quiero más que nunca en este momento. Así como me fui enojado porque vi lo que es la corruptela barata, ahora son muy fan de los argentinos porque acá cuando llegan vienen con mucho talento", dice y habla de que en Madrid ve una "diáspora" de argentinos que llegan expulsados por una cultura política que no entiende las necesidades actuales.
"En la clase dirigente veo que hay una brecha generacional muy grande, cada vez más notoria. Estamos en un mundo posinternet, pero nos gobierna una generación preinternet. La clase dirigente argentina cree que la revolución se hace como en la década del 60. Nos gobiernan analfabetos de las tecnologías de la información del siglo 21 y eso me desespera", reniega y asegura que después de haber vivido en los grandes epicentros emprendedores, la Argentina no tienen nada que envidiar respecto a talento, pero necesita reglas claras.
La sensación es que si a pesar del contexto argentino el país ha sabido pulir grandes emprendedores, teniendo un campo de juego en buenas condiciones las posibilidades serían mucho más grandes. "Cada vez que viajo veo más argentinos que crearon empresas acá, que podrían haber tenido impacto en el país, y que se ven forzados a irse. La realidad es que cada día está más complicado. Hay algunos jugadores que siguen apostando y creo que el ecosistema tiene mil cosas buenas. Pero si tuviéramos un marco más amigable podríamos generar más trabajo de calidad, exportar conocimiento y muchas cosas que estamos haciendo ya pero a una escala mucho menor", pone sobre la mesa Mariano Amartino, director de Microsoft for Startups.
Emprender es un trabajo de alto riesgo, y la pandemia hizo que los founders trabajaran por llevar los niveles de riesgo al mínimo posible, incluso dentro del mundo digital. "Los desafíos hoy dependen del negocio, pero con costos locales, el componente inflacionario es de las cosas más difíciles de predecir. Uno tiene que estar todo el tiempo acomodándose y la pandemia hizo que muchos de nosotros nos volviéramos más conservadores. No buscar tanto el crecimiento sino sostener lo que hay, y hasta achicarse", plantea Agustín Linenberg, presidente de Entrepreneurs Organization (EO) Argentina y fundador de Aerolab.
Mensajes que no ayudan
Un fenómeno que notan desde el ecosistema es un cambio en la actitud o la estrategia respecto a los emprendedores que se ve desde el gobierno. Una fuente del sector aclara que no se trata de una política anti-startups, al contrario, nota interés por el fomento de nuevas empresas, pero sí ve una concepción distinta: lo que desde la administración actual se busca es apoyar más a los proyectos de la economía real y no tanto a los de high potential.
La grieta, entonces, habría llegado al ecosistema emprendedor, dejando ahora de la vereda de enfrente a quienes se habían ilusionado con un modelo de apoyo más parecido al de Israel o incluso al chileno, con apuestas público-privadas.
"En la administración anterior hubo un empuje al ecosistema que, de alguna manera, se sintió como que había llegado para quedarse, y ese cambio tan abrupto de políticas (NdE: como lo ocurrido con las SAS o la sanción de leyes como la de Teletrabajo), sumado a la carga impositiva que cada vez es peor, dijeron ‘otra vez sopa...'", explica Silvia Torres Carbonell, directora del Centro de Entrepreneurship del IAE Business School. Además, menciona que hay mensajes que se perciben como "anti iniciativa privada", como los bloqueos a MercadoLibre, trabas a las importaciones o el propio impuesto a la riqueza, que colaboran a ensanchar esa distancia: "En una situación como la que vivimos deberíamos promover y hasta mimar a los emprendedores, que son los que generan empleo, y eso no se ve. Hay algunas iniciativas desde la Secretaría de Emprendedores y Pymes, pero se necesita un espaldarazo", plantea.
"Llega un momento que emprender tiene un costo emocional muy grande y termina pasando que todo lo que hacés puede interpretarse como que estás de un lado u otro de la grieta. Es desgastante. Desde mi lado, creo en tender puentes, porque para crear un ecosistema no podes no hablar. Incluso para decir las cosas que uno hace mal", aporta, por su parte, Amartino.
Empresas globales
Es sabido en el ecosistema que para lograr un alto impacto no alcanza con pensar en la Argentina como un único mercado. Las startups de alto potencial desde el inicio piensan en abrir mercados regionales o globales, tanto porque el tamaño del mercado local es demasiado chico como por el hecho de que esto ya se volvió requisito por parte de los fondos de Venture Capital para acceder al capital. Hoy, la regionalización es un hecho. Y con la llegada de la pandemia, se acortaron aún más las distancias.
"Ahora se ve que los emprendedores piensan en grande. No es que se están yendo sino que saben que en algún momento a mediano plazo el CEO tiene que estar vendiendo en su mercado principal. En el ecosistema local se sabe que si no pensás en un mercado grande desde el principio, nunca vas a recibir inversión", opina Alejandro Mashad, director del Centro de Entrepreneurship de la Universidad de San Andrés (UdeSA).
Amartino amplía este concepto y dice que últimamente los emprendedores y los fondos empiezan a ser mucho más regionales o globales, porque los mercados permiten serlo, y lo que termina pasando es que en momentos de coyuntura difícil, los emprendedores terminan yéndose, "porque afuera hay más facilidad de levantar capital, de crear empresas, fracasar y poder reconstruirse".
Alejandro Pérez, socio de Bain&Company y mentor de emprendedores en organizaciones como Endeavor, dice que cada vez recibe más consultas sobre cómo expandirse. "El primer paso es tener el producto o modelo bien afinado. Lo otro es plantear que a veces suena muy lindo desde afuera, pero cada país tiene sus reglas de juego, y si vas con cero es muy difícil. Hay talento que se está yendo afuera, pero también hay empresas argentinas que desarrollaron buenos productos y están en proceso de internacionalización", apunta.
Bajar el riesgo
La realidad de este tipo de perfiles emprendedores, según coinciden todas las fuentes consultadas para esta nota, es que no se van quemando las naves. Cuando deciden emigrar lo hacen para tratar de eludir el riesgo argentino a través de nuevas operaciones en mercados más estables. Pero no se desprenden de su bien más preciado: el talento local.
"Eso tiene que ver con la capacidad técnica y el talento que tenemos acá. Somos muy buenos a la hora de competir, podemos hacerlo de igual a igual con gran calidad. El problema es que no sé cuánto puede impactar en la próxima generación de emprendedores. Porque gran parte de los que se van son los que luego, si les va bien, generan nuevos emprendedores alrededor de la empresa", advierte Amartino.
Un caso como este es el de Matías Dell'Anno, cofundador de la agencia de marketing digital Relevance, que hace cuatro meses está viviendo en Orlando, Florida, para abrir un spinoff de la compañía orientado a Inteligencia Artificial. Con el MVP listo (que desarrollaron desde la Argentina), partió hacia allá para enfocarse desde el principio en hacer que el proyecto fuera global y poder estar cerca de posibles inversores. "Nuestra idea es una vez que nos establezcamos acá, armar una pata operativa en el país por la calidad de los recursos y porque entendernos en nuestro idioma nos resulta práctico. En costos, si bien estamos competitivos, cuando tenemos que hacer una transferencia o pago local, al ir al dólar oficial y con deducciones, terminamos perdiendo competitividad, pero todavía conviene", detalla el emprendedor.
Para el nuevo proyecto, bautizado Jackie, están buscando levantar US$ 1 millón. "Hoy es muy difícil invertir en la Argentina, los fondos saben que si ponen su plata ahí tienen un riesgo muy grande. Emprender en esa escala es muy difícil, sobre todo por el tema capital", resalta.
Pérez coincide en que hoy el principal dolor para los emprendedores argentinos está en el tipo de cambio: "Si bien nuestro mercado es más chico que México o Brasil, es un mercado muy digital, y funciona como un laboratorio para probar cosas. Y el talento sigue siendo bueno y en la región lo miran. Esta coyuntura con costos dolarizados para ese talento es lo que traen los emprendedores que están pensando en irse. Pero sigue habiendo un buen signo", y aclara que siente que muchos ven el momento para desempolvar algunos planes de expansión y tomar recursos argentinos para servir a otros países. "Se van desde la Argentina con su modelo a tratar de ver cuál es su siguiente oficina. Es bajar el riesgo, poder conseguir financiamiento, y además poder probar al inversor su modelo funciona en otros países".
Dell'Anno agrega: "Esos cambios de juego te generan que estés a merced de lo que las reglas definan y por lo general quienes definen las reglas lo hacen pensando en los grandes jugadores. Muchas veces se ensañan con un jugador para perjudicarlo y después nos repercute y nos mata".
Nuevas mecas
La tecnología acortó distancias y para los emprendedores digitales se abrió un abanico de posibilidades. Las ciudades más pujantes del mundo lo saben y están en una guerra feroz por atraerlos. Hoy, para este tipo de emprendedores la modalidad de trabajo remoto es la norma, por lo que solo les resta elegir el punto del mapa que más les guste (o mejor dicho, que más beneficios le proponga) para sentar domicilio.
Los Estados Unidos, por supuesto, siguen siendo uno de los países más atractivos. Pero con la particularidad de que el foco se está corriendo de ciudades como San Francisco y Nueva York, donde ya sobreabundan los emprendedores y donde el costo de vida es extremadamente alto. Así, toman protagonismo ciudades como Austin, Texas, y Miami, en Florida. Mashad explica que, igualmente, muchos emprendedores también se trasladan para trabajar en conjunto con grandes aceleradoras como Y Combinator o IndieBio, en la Costa Oeste.
"Estados Unidos sigue siendo tentador. Miami es interesante puntualmente porque el alcalde está sacando beneficios para emprendedores de tecnología y Florida es más barato que San Francisco o Nueva York. Para los que se fueron en el último año, también implicó una zona con menos restricciones a nivel pandemia. Para hacer un soft landing es ideal", explica Linenberg.
Según Startup Genome, Miami ocupa el cuarto lugar en los Estados Unidos en cuanto al espíritu empresarial latino y tiene uno de los porcentajes más altos de empresas propiedad de inmigrantes. Además, se encuentra entre los 15 principales ecosistemas de América del Norte en cuanto a financiamiento y desempeño general: según el informe, la financiación de la etapa inicial a emprendedores el año pasado ascendió a US$ 519 millones, superando el promedio mundial de US$ 431 millones.
A la hora de elegir una ciudad para instalarse, Botbol marcó a Austin en el mapa por tratarse de una de las ciudades más pujantes para invertir. De hecho, esa ciudad fue la elegida por el propio Elon Musk para construir su próxima gran fábrica para la cual invertirá US$ 1100 millones.
"Estados Unidos era el lugar ideal para mi trabajo, y quería instalarme en una ciudad con gran desarrollo digital. Austin está creciendo mucho, tiene beneficios impositivos que atraen empresas, y tiene poca diferencia horaria respecto de la Argentina", enumera el emprendedor. Su experiencia, hasta el momento, le trajo muchas sorpresas positivas: "Cuando te vas del país te das cuenta de que estás metido en algo que te parece normal pero no lo es. Apenas llegué, acostumbrado a luchar con las cuestiones del día a día, me encontraba que no tenía esas trabas y me preguntaba dónde estaba la trampa. Desde ir a abrir una cuenta en un banco hasta abrir una sociedad. Cuando armamos nuestra primera SRL tardamos siete meses para tener el alta. En los Estados Unidos lo armé en menos de 48 hs y online. No lo podía creer", remata Botbol.
Para quien puede conseguir un pasaporte europeo, España es otra opción muy tentadora. Pero incluso para quienes no lo tienen, el país ofrece visas específicas para emprender. La lengua y la cultura tan cercana a la argentina hacen que siempre haya sido uno de los destinos preferidos, pero ahora se suman hubs de innovación y emprendedurismo en varias ciudades (Madrid, Barcelona y Valencia, principalmente, aunque hay más), que convierten al país como la mejor puerta de entrada al mercado europeo. "La principal ventaja es el tamaño del mercado y que hay más acceso a capital. Además, hay una cantidad gigantesca de empresas que están trabajando con startups y están surgiendo muchas aceleradoras. El plan España Nación Emprendedora también facilita incentivos fiscales y societarios", explica Amartino.
Jorge Araujo, ex fundador de Nubelo y uno de los fundadores de ASEA, vive en Barcelona hace cinco años. Allí montó una company builder y su más reciente proyecto se llama Base España: ayudan a emprendedores a expandirse a ese país. "Hace muchos años Barcelona entendió el poder de los emprendedores y tiene acciones público-privadas para fomentarlos. Hay emprendedores de todas partes del mundo, te hacen sentir bienvenido porque no hacen distinción de si sos extranjero o no para acceder a ayudas o subsidios. Incluso la Unión Europea tiene fondos de innovación, y acá hay una red de inversores muy desarrollada", menciona y destaca que, si bien hay más competencia, también se puede acceder al resto de Europa con facilidades que el Mercosur no ofrece.
"De por sí emprender es muy riesgoso: tenés que intentar reducir el riesgo al máximo. La hoja en blanco con la que empezás es muy importante y en la Argentina las condiciones cambian drásticamente todo el tiempo, en especial cuando hay cambios de gobierno. Yo me siento mucho más a gusto emprendiendo en un lugar donde no hay cambios a mitad del partido. Acá están importando emprendedores", reflexiona.
Jugar el Mundial
Todavía no se sabe cómo esta situación puede impactar en la creación de futuros emprendimientos en la Argentina, porque por lo general las propias empresas que triunfan son las que generan más startups alrededor. Durante años, y a pesar de tener el viento en contra, hombres y mujeres con grandes visiones lograron crear empresas extraordinarias, incluyendo cinco unicornios. La tendencia indicaría que la máquina se va a seguir moviendo, pero las frustraciones y los palos en la rueda dificultan que el ecosistema alcance su verdadero potencial. "Somos capaces de producir algunos diamantes muy potentes. Las compañías que nacen hoy pican en punta a nivel global. Ya no juegan la Libertadores, están jugando un Mundial. Y muchos pueden vivir en la capital del mundo que quieran", menciona Siri.
Desde las universidades, todavía ven el semillero activo. Torres Carbonell explica que la competencia Naves para emprendedores en 2020 recibió el doble de inscripciones que en 2019 y para este año esperan incluso más. Y, por su parte, Mashad resalta que en los cursos de MBA ven cada vez más interesados en emprender. Por suerte, a pesar de las trabas, la chispa emprendedora sigue prendida.
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